¿Qué ocurre cuando se produce una fuga de refrigerante en una bomba de calor? ¿Qué debe hacer?
A medida que las bombas de calor se popularizan por su eficiencia energética y sus beneficios climáticos, los propietarios y técnicos se enfrentan a una creciente preocupación: las fugas de refrigerante. Estas fugas, aunque a menudo pasan desapercibidas al principio, pueden afectar gravemente el rendimiento del sistema, las facturas de energía e incluso el medio ambiente.

El refrigerante es el fluido químico que circula dentro de una bomba de calor para transferir calor. Cuando el sistema enfría, absorbe el calor del interior y lo libera al exterior; cuando calienta, el proceso se invierte. Una carga adecuada de refrigerante es esencial para este proceso. Si el sistema comienza a tener fugas, se rompe el equilibrio.
“Incluso una pequeña fuga de refrigerante puede reducir significativamente la eficiencia de una bomba de calor”, afirma Li Wei, ingeniero de climatización con sede en Shanghái. “El sistema tiene que trabajar más para alcanzar la misma temperatura, lo que implica un mayor consumo de energía y un desgaste más rápido de los componentes”.
Más allá de la pérdida de energía, las fugas de refrigerante representan riesgos ambientales y de seguridad. Muchos refrigerantes tradicionales, como el R-410A y el R-22, son potentes gases de efecto invernadero. Un solo kilogramo de R-410A liberado a la atmósfera tiene un potencial de calentamiento global aproximadamente 2000 veces mayor que el del dióxido de carbono. Si bien los refrigerantes más recientes, como el R-32 y las alternativas basadas en CO₂, son menos dañinos, cualquier fuga sigue socavando los objetivos de sostenibilidad del sistema.
Los propietarios podrían notar varias señales de advertencia de una fuga: disminución de la potencia de calefacción o refrigeración, silbidos provenientes de la unidad interior o exterior, o acumulación de hielo en las serpentinas del evaporador. En algunos casos, las facturas de energía aumentan repentinamente sin causa aparente.
Los expertos recalcan que las fugas de refrigerante nunca deben ignorarse ni ser manipuladas por personas sin formación. «Es un problema tanto técnico como medioambiental», afirma Chen Yan, gerente de servicio de una empresa de climatización de Pekín. «Es fundamental apagar la bomba de calor y contactar inmediatamente con un técnico certificado. Intentar reparaciones por cuenta propia puede provocar daños mayores o la exposición a gases refrigerantes».
El proceso de reparación generalmente consiste en localizar la fuga con herramientas de detección especializadas, sellar la zona dañada y recargar el sistema con la cantidad correcta de refrigerante. En casos graves, puede ser necesario reemplazar componentes como serpentines o válvulas. Tras las reparaciones, los técnicos deben volver a comprobar que no haya fugas para garantizar la seguridad y el cumplimiento de la normativa medioambiental.
Para prevenir fugas, el mantenimiento regular es fundamental. Los expertos recomiendan una inspección profesional al menos una vez al año, especialmente antes de las temporadas de mayor consumo de calefacción o refrigeración. Una instalación adecuada, una carga correcta de refrigerante y el uso de componentes de alta calidad también pueden reducir la probabilidad de fugas con el tiempo.
A medida que se intensifican los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el sector de la climatización está adoptando refrigerantes de bajo PCA (Potencial de Calentamiento Atmosférico) y tecnologías mejoradas de detección de fugas. Los gobiernos de muchos países están implementando normas más estrictas para la manipulación y recuperación de refrigerantes.
Para los consumidores, la información sigue siendo la primera línea de defensa. Una bomba de calor en buen estado no solo garantiza confort y eficiencia, sino que también contribuye a un medio ambiente más limpio y seguro. Ante una fuga de refrigerante, actuar con rapidez y responsabilidad puede marcar la diferencia.
